La Habana (Prensa Latina) Tras sobrevivir con éxito sus primeros 12 meses, Prensa Latina dedicó los años 60 y 70 a extender su radio de acción para competir con las grandes agencias internacionales, en medio del hostigamiento y la persecución de sus corresponsales.
Por Jorge Luna
Periodista de Prensa Latina
En pleno desarrollo profesional y técnico, abrió más de 20 oficinas en el exterior y organizó un importante grupo de colaboradores, especialmente en América Latina, con lo cual amplió su clientela periodística.
La joven agencia avanzaba en la consolidación de sus comunicaciones desde La Habana y en ese período llegó a contar con 12 circuitos internacionales y dos nacionales que transmitían tres mil despachos diarios a los países socialistas de entonces y a varios de América Latina, del Medio Oriente, África, Asia y Europa.
Sin embargo, también encontró grandes impedimentos interpuestos por Estados Unidos y sus aliados, como la detención y expulsión de varios de sus corresponsales y la clausura de algunas de sus oficinas.
A comienzos de 1960, John O´Rourke, director del Washington Daily News -vinculado con la Scripps-Howard y la UPI- instó a 50 directivos de periódicos latinoamericanos a silenciar las informaciones de Prensa Latina, lo cual Jorge Ricardo Masetti, primer director de la agencia, rechazó en carta a esos mismos periodistas.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) llamó a sus miembros -propietarios de grandes medios de la región- a no reconocer Prensa Latina e impedir su funcionamiento.
Ese mismo año, varios gobiernos latinoamericanos, instigados por la OEA, rompieron relaciones diplomáticas con Cuba. Fueron clausuradas, entre otras, las sucursales de Prensa Latina en Guatemala, Argentina y Perú, en algunos casos con allanamientos y violencia contra sus corresponsales. De tal manera que se redujeron a 10 sus corresponsalías en la región.
En 1962, en plena Guerra Fría, un grupo armado asaltó las oficinas de Prensa Latina en Nueva York, golpeó a los empleados y destruyó la corresponsalía.
Poco antes, al periodista cubano Francisco V. Portela, Corresponsal-Jefe, lo sometieron a juicio bajo la ley McCarran, atentatoria de la libertad de expresión.
El gobierno de Estados Unidos revocó en 1969 la licencia para el funcionamiento de Prensa Latina en ese país y limitó a eventos de la ONU la cobertura de los periodistas de la agencia latinoamericana.
En 1979, Prensa Latina suscribió un acuerdo de intercambio de servicios noticiosos con la AP, pese a lo cual la presencia de corresponsales de Prensa Latina en territorio norteamericano ha sido constantemente obstaculizada por Washington.
En circunstancias aún no esclarecidas, el periodista chileno y colaborador de Prensa Latina, Elmo Catalán Avilés, fue asesinado junto a su esposa en Bolivia.
Los corresponsales de Prensa Latina en Montevideo, Uruguay, que lograron entrevistar al embajador británico Geoffrey Jackson, en la clandestina «Cárcel del Pueblo» del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, fueron detenidos y, poco después, el régimen clausuró la corresponsalía.
En 1972 fueron asesinados por la policía el periodista uruguayo Luis Martirena y su esposa Ivette Jiménez. Martirena fue corresponsal de Prensa Latina en Montevideo desde 1965 hasta 1970 y director de la corresponsalía en La Habana desde diciembre de 1970 hasta mediados de 1971.
Asimismo en 1972, el régimen militar boliviano clausuró la corresponsalía de Prensa Latina en La Paz. Ese mismo año, fueron detenidos en Quito, Ecuador, los corresponsales de la agencia e incomunicados durante varios días, hasta su expulsión sin motivo alguno.
En Chile, a comienzos del proceso encabezado por el presidente Salvador Allende, la Primera Conferencia Nacional de Periodistas de Izquierda denunció una campaña internacional de intrigas y calumnias contra el gobierno popular y reconoció a Prensa Latina entre las agencias noticiosas que contribuyeron a enfrentar esa agresión.
La oficina de Prensa Latina en Santiago de Chile laboró durante los tres años de la Unidad Popular y fue allanada por militares el mismo día (11 de septiembre de 1973), en que fue asaltado y bombardeado el Palacio de La Moneda. Sus corresponsales fueron detenidos y expulsados del país.
Años más tarde, algunas oficinas cerradas en ese período, como las de Argentina, Colombia y Venezuela, comenzaron a ser reabiertas.
En 1964, Prensa Latina abrió su primera oficina en Moscú, Unión Soviética y, al año siguiente inauguró otra en Hanoi, República Democrática de Vietnam, su primera corresponsalía en Asia.
En 1967, abrió la primera en Medio Oriente, en El Cairo, Egipto, seguida de Beirut, Líbano (1970). También, en Europa: Madrid, España, y Lisboa, Portugal. A fines de 1974, contaba con 26 sucursales en los cinco continentes.
A partir de 1976, Prensa Latina se volcó de lleno a apoyar al Movimiento de Países No-Alineados (Mnoal), e impulsó, además, el pool de Agencias de Noticias de los Países No Alineados, que llegó a presidir.
Bajo el impulso del Mnoal, la agencia amplió sus relaciones y acuerdos de colaboración con las agencias de noticias siria SANA, iraquí INA, palestina WAFA e india PTI, además de la Montsame, de Mongolia, y la BSS, de Bangladesh, entre otras.
A mediados de los años 70, abrió por primera vez oficinas en el Caribe angloparlante: en Kingston, Jamaica, y luego en Georgetown, Guyana, y Saint George´s, Granada.
En 1976, inauguró oficialmente su sucursal en Luanda, Angola, y otra en Colombo, Sri Lanka, y, en 1978, la de Addis Abeba, Etiopia.
En esos primeros 20 años de intensos procesos políticos y conflictos armados, con altas y bajas, la agencia logró mantener su presencia en la región y, en 1979, tras el triunfo de la Revolución Sandinista, inauguró su oficina en Managua, Nicaragua.